Cuando la Policía Federal debe proteger al Comité Olímpico, Scott y Hooch quedan atrapados cuidando a la hija de un diplomático. Unos terroristas rusos toman como rehenes a todo el comité y Scott y su perro son los únicos que tienen la posibilidad de pelar. Scott descubre que es muy útil contar con un “perro malo” a su lado.